“A principios de octubre, probablemente en el trabajo, me contagié covid-19. Por suerte no debí ser internada, pero me sentí muy mal. Sin embargo, mi mayor preocupación eran mis padres: tienen más de 70 y vivimos juntos”, recuerda Mónica Carrizo (29) en su casa de Las Talitas. Cuenta que cuando aparecieron los síntomas se aisló, sabiendo que era posible que fuera tarde. Ella y sus papás (que casi no salen de casa desde que empezó la pandemia porque son personas de riesgo) habían compartido todo los días previos.

“Cuando me comuniqué con el CAPS, el médico que me hizo el seguimiento me sugirió que consiguiéramos un oxímetro de pulso... No tenía idea de qué me hablaba”, cuenta, pero lo consiguieron. Eso permitió monitorear en sus papás, tres veces al día, el ritmo cardíaco y la saturación (o sea, el nivel de oxígeno en sangre). La estricta cuarentena de Mónica salvó a sus padres; pero lo supieron pasado un mes. Mientras tanto, conocer los parámetros de ellos permitía tomar decisiones rápidas si había que sospechar un contagio. Un dato que puede ser importante para tomar decisiones: se consigue por alrededor de $2.000; pero no sería raro que la demanda se haya disparado

Niveles de oxígeno

La saturación normal va entre el 100 y el 95%. La caída muy por debajo de esos valores (a partir del 90 %) ya es una señal de alerta, pero en general no genera signos (se la llama hipoxia silenciosa) y es lo que se busca atender con rapidez. De hecho, experiencias como la de Mónica se repiten en todas partes.

“Hemos recibido pacientes covid con 70 o 80 % -contó a la BBC Matt Inada-Kim, consultor de medicina aguda en los hospitales Hampshire del servicio de salud pública británico-. Fue realmente asombroso y aterrador”. Según la BBC, en el Reino Unido el uso en casa de los oxímetros de pulso (también se los llama saturómetros) se ha trasformado en una estrategia sanitaria.

Y en términos generales, allá y aquí, las instrucciones en caso de sospecha de covid (o cuando está confirmado pero no hace falta internación) son medir y registrar pulsaciones y saturación tres veces al día. Si esta baja a 93%, hay que comunicarse con el médico o ir al servicio de emergencias. Si baja del 92%, debe trasladarse a urgencias o pedir una ambulancia.

“El objetivo de toda esta estrategia es tratar de anticiparse y admitir a los pacientes en el hospital en un punto más recuperable de su enfermedad”, explica Inada-Kim.

Qué es y cómo funciona

Los oxímetros de uso domiciliario son como una pequeña pinza, dentro de la cual se coloca en un dedo de la mano (generalmente, el mayor o el índice), o del pie. Tienen un miniprocesador de información y, en la parte superior, una pantalla digital que indica la saturación y el pulso cardíaco.

Pero la clave, tanto en este tipo de oxímetros como en los hospitalarios, está en dos emisores de luz LED; uno con longitudes de onda equivalentes a luz roja, y el otro, a infrarroja. Y es clave porque la absorción de estas dos longitudes de onda es muy diferente si la sangre va bien cargada de oxígeno o no. Puede resultar un poco complicado, así que buscamos ayuda.

“Si sos de la época de los rollos de fotos, imaginate que querés ver qué tiene un negativo: lo ponés contra una luz fuerte. Si sos un poco más joven, a lo mejor te basta con imaginar que querés ver una radiografía -explica a LA GACETA Ricardo Goldberger, que es médico, y también periodista científico especializado en Tecnología-. En cualquiera de los dos casos, lo que realmente ves es la luz que pasa a través de la imagen y la ilumina diferente, de acuerdo con los niveles de transparencia y opacidad del celuloide”.

“Un oxímetro trabaja igual. Hace pasar un haz de luz muy fina a través de la sangre (de la yema del dedo, o de la muñeca, según el caso) y el receptor que está del otro lado lee las variaciones que la sangre produce en la luz, según el caudal de oxígeno que tiene la hemoglobina que transporta. Y de paso, te toma la frecuencia cardíaca, o sea, el pulso”.

Cuando ponemos el dedo dentro de “la pinza”, enseguida el aparato inicia un ciclo repetitivo: los LED envían una secuencia de impulsos unas 30 veces por segundo: primero uno, luego el otro, después los dos juntos, y así. Eso permite que el receptor detecte el nivel de luz roja y el nivel de luz infrarroja por separado, y ajustar el nivel de base de la luz ambiental.

Lo que en realidad mide es la luz que los tejidos no absorben, y así nos da la información necesaria, porque -insistimos, y ahora sí que da claro- la hemoglobina oxigenada absorbe más radiación infrarroja y permite pasar más luz roja; en cambio la desoxigenada absorbe más luz roja y permite pasar más radiación infrarroja.

Cuidados al usar el saturómetro

- La piel del dedo debe de estar limpia y seca.

- No aplicar crema antes de usarlo

- La uñas debe quedar hacia arriba y estar sin esmalte

- Funciona mejor si las manos no están frías

- También te indicará el ritmo cardíaco; lo normal en un adulto en reposo oscila entre 60 y 100 latidos por minuto.